Un reciente estudio presentado por el BID afirma que la certificación de estándares de sostenibilidad favorece el comercio internacional. El aumento de un punto porcentual en las superficies con certificación incrementa los flujos comerciales en un 1,9 %.
Llamamos normas voluntarias de sostenibilidad (NVS) a aquellas normas privadas que exigen que los productos y procesos de producción cumplan con parámetros específicos de sostenibilidad ambiental económica y social. “Las normas y criterios establecidos por las diferentes NVS son determinados por actores del sector privado: empresas, asociaciones empresariales e industriales, u organizaciones no gubernamentales (ONG) no comerciales (Fiorini et al., 2020). Estas normas difieren de los reglamentos técnicos establecidos por organismos públicos, también conocidos como medidas no arancelarias (MNA), que generalmente tienen como objetivo proteger la salud y la seguridad de las personas, los animales o los vegetales, o el medio ambiente” (Dolabella & Saeteros, 2024).
Dentro de las NVS, uno de los estándares más difundidos en el ambiente local es Global Gap. Esta Norma y sus predecesoras se implementan en Norpatagonia desde hace más de 25 años, y cada vez están más presentes en las exigencias de los clientes de los países de destino. Actualmente, los estándares que apuntan a la sostenibilidad están siendo complementados por otros enfoques, como la responsabilidad social empresaria, el comercio justo y la cadena de custodia.
Las NVS pueden aplicarse en todas o en algunas de las etapas de la cadena de valor de los productos agroalimentarios, ya sea la producción primaria, la etapa de acondicionamiento, o, incluso, la logística nacional e internacional. Se trata de reglas dinámicas, que se transforman permanentemente, absorbiendo los nuevos riesgos y avances tecnológicos; van evolucionando y adaptándose a la legislación de los principales países de destino, como lo hicieron con la ley FSMA, los requerimientos de la FDA en lo que hace a la defensa alimentaria, y los reglamentos técnicos de la Unión Europea.
Como todo en la vida, la implementación de las NVS presenta aspectos positivos y negativos. Empezando por estos últimos, podemos enumerar los elevados costos de certificación, cumplimiento y monitoreo, y la existencia de barreras técnicas y culturales para su implementación. En nuestra experiencia como equipo de implementación hemos observado que, salvo honrosas excepciones, la implementación de las NSV no surge de la iniciativa y el convencimiento de los productores, sino que responde casi exclusivamente a los requerimientos de los actores predominantes de la cadena, lo que resulta en una falta de compromiso y de identificación con las medidas adoptadas.
La pregunta es entonces, ¿por qué no sólo se siguen certificando, sino que además, cada vez son más las NSV presentes en el mercado, y cada vez adquieren más profundidad? La respuesta a esto parece darla un reciente estudio presentado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), demostrando que las NVS potencian las exportaciones agrícolas. “Un aumento de un punto porcentual en las superficies con certificación NVS incrementa los flujos comerciales en un 1,9 %” (Dolabella & Saeteros, 2024). De acuerdo con este estudio, los efectos sobre el comercio internacional son positivos si generan una reducción de las asimetrías de información y los costos de transacción, un mayor acceso al mercado y demanda mediante la diferenciación y señalización de productos, primas de precio, y/o aumentos de productividad.
Sentada la premisa de que la certificación de las NSV es una condición imprescindible para competir en los mercados, se debe poner en valor las experiencias colaborativas que están llevando a cabo en la Norpatagonia por el sector privado con las agencias gubernamentales y no gubernamentales para facilitar el acceso a la certificación, tales como el grupo AGUA, que coordina las muestras de agua disminuyendo significativamente los costos individuales de análisis de laboratorio; o la coordinación de los esfuerzos para cumplimentar los requerimientos de capacitación referidos de prácticas seguras e higiénicas, manejo seguro de productos fitosanitarios, calibración de pulverizadoras, etc, en la que participaron en 2024 organizaciones tales como INTA, CASAFE, CAFI, ReNATRE, Campo Limpio, Grupo Floema, y las provincias de Río Negro y Neuquén.

Sin embargo, estas iniciativas resultan insuficientes para lograr una actitud abierta y positiva de parte de los actores de la cadena de valor hacia la implementación y certificación de NSV. Con ánimo de aportar a la solución, ponemos a disposición una serie de recomendaciones para favorecer la implementación. Estas recomendaciones son extraídas de distintas publicaciones afines a la temática, y avaladas por la nuestra experiencia como implementadores de NSV.
A nivel de políticas gubernamentales, se recomienda la armonización de la legislación local con las NSV de mayor relevancia para el aumento del comercio global de la producción local. Esto no implica supeditar la legislación nacional a la extranjera o a estándares privados, pero sí buscar puntos de contacto (que los hay, puesto que en muchos casos la normativa local responde a los lineamientos propuestos por los organismos internacionales tales como FAO, Codex, OIT, etc) y procurar adaptarlos para evitar el doble estándar (doble registración, mayores costos, etc).
El gobierno también puede contribuir a aumentar la participación empresarial mediante programas de incentivos que reducen el costo de obtener la certificación por medio de financiamiento de plazos de pago más amplios y opciones de pago flexibles, o bien apalancado las estrategias de adecuación de los proveedores de servicios (por ej: acreditación de laboratorios, formación de personal de seguridad, mantenimiento, limpieza y control de plagas, etc).

Como aspecto clave a mejorar se subraya la necesidad de que la gobernanza de la cadena oriente sus esfuerzos hacia una mejor distribución de la prima obtenida por las NSV, de manera que los eslabones más débiles puedan acceder a una mejor retribución, buscando una mejor percepción de la implementación de las NSV.
Está comprobado que el diálogo y la confianza dentro de la cadena de valor contribuyen a la disminución de los costos de transacción, la mejora de la productividad y, en definitiva, a la sostenibilidad de la competitividad del producto en los mercados.
Dolabella, M., & Saeteros, M. (2024). Friends or Foes? The Impact of Voluntary Sustainability Standards on Agricultural Exports of Developing Countries . Inter-American Development Bank. https://doi.org/10.18235/0013030
Malaspina, M. L., Podgornik, G., Vullioud, M., Colavita, C., & Ponce, V. (2019). Protocolos públicos y privados para los principales destinos de la fruta de pepita de la Norpatagonia. Marco normativo y costos directos. INTA. https://ediciones.inta.gob.ar/libro/protocolos-publicos-y-privados-para-los-principales-destinos-de-la-fruta-de-pepita-de-la-norpatagonia/